Es una de las 10 ciudades elegidas a nivel global para la implementación de un sistema que promueve la reducción de los gases de efecto invernadero emitidos. El proyecto fue ideado por la C40, una red internacional que agrupa a las principales urbes del mundo en la lucha contra el cambio climático.
La Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) fue elegida junto con otras nueve megalópolis de distintos puntos del planeta para probar el Climate Action for Urban Sustainability Model (más conocido como CURB), un novedoso sistema orientado a limitar la emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). La propuesta, diseñada por la red internacional C40, apunta a identificar y priorizar oportunidades para reducir la generación local de dióxido de carbono (CO2), además de evaluar posibles estrategias de mitigación y adaptación al calentamiento global.
En Latinoamérica, este emprendimiento se llevará a cabo sólo en la CABA y en Río de Janeiro. Según la Agencia de Protección Ambiental (APRA) porteña, el software necesario para su implementación llegó al país el año pasado. “En enero de este año, los encargados de utilizar esta herramienta recibieron la capacitación correspondiente, e incluso pudieron aportar propuestas para perfeccionar su uso, por lo que muy pronto podremos adelantar los primeros resultados”, anticiparon a este medio representantes de la Agencia que ahora conduce Juan Bautista Filgueira Risso (su predecesor, Juan Carlos “Cali” Villalonga, asumió como diputado nacional por la Ciudad).
Básicamente, el CURB ayudará a plantear las metas de reducción en las emisiones de GEI, calcular el potencial a aprovechar, controlar los pasos dados y proyectar nuevas acciones. Al tener en cuenta diferentes variables, tales como la normativa nacional, los compromisos asumidos por la ciudad y los niveles de contaminación actuales, entre otras, permitirá prever con flexibilidad cómo impactarán las diferentes acciones que se lleven a cabo.
Adherida a la C40 en 2009, la CABA cumplió con todos los compromisos ambientales asumidos con la red, por lo que el año pasado recibió la certificación “Compact Compliant”. “Estamos muy entusiasmados con lo hecho hasta ahora y la idea es seguir transitando por esta senda pionera a nivel regional en materia de cuidado ambiental y promoción del desarrollo sustentable”, señalaron desde la APrA.
Preocupación global
También conocida como “Grupo de Liderazgo Climático”, la red C40 está compuesta por un conjunto de ciudades que trabajan para reducir las emisiones de CO2 y adaptarse al cambio climático. Fue fundada en 2005, con la firma de un acuerdo preliminar en Londres.
Trece de sus 40 miembros plenos (de sumarse a los invitados en calidad de asociados y observadores, esa cifra se eleva a 83) pertenecen al continente americano: Chicago, Houston, Los Ángeles, Nueva York y Filadelfia por Estados Unidos; Río de Janeiro y San Pablo por Brasil; Bogotá por Colombia; Buenos Aires por la Argentina; Caracas por Venezuela; México DF por México; Lima por Perú y Toronto por Canadá.
Asia aporta otros 13 integrantes: Pekín, Hong Kong y Shangai por la República Popular China; Mumbai y Nueva Delhi por India; Bangkok por Tailandia; Daca por Bangladesh; Hanói por Vietnam; Estambul por Turquía; Yakarta por Indonesia; Karachi por Pakistán; Seúl por Corea del Sur y Tokio por Japón.
Hay ocho ciudades europeas: Atenas por Grecia; Berlín por Alemania; Londres por el Reino Uni-do; Madrid por España; Moscú por Rusia; París por Francia; Roma por Ita-lia y Varsovia por Polonia.
Otras cuatro urbes pertenecen al continente africano: Adís Abeba por Etiopía; El Cairo por Egipto; Johannesburgo por Sudáfrica y Lagos por Nigeria.
Completan el listado dos ciudades en representación de Oceanía: Melbourne y Sidney, ambas por Australia.
Honra su nombre
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), Buenos Aires es la metrópolis con el aire más limpio de Latinoamérica. La entidad, que ubicó a Bogotá, Santiago de Chile, México DF y San Pablo como las ciudades latinoamericanas con mayores problemas de contaminación atmosférica, determinó que el nivel de material particulado contaminante (PM10) de Buenos Aires se ubica por encima de los 20 microgramos por metro cúbico (Ug/m³) recomendados, aunque su promedio (de 38 Ug/m³) es claramente inferior al que padecen otras urbes.
A nivel global, por caso, la contaminación hace estragos en los principales centros urbanos de Turquía, China, India, Arabia Saudita, Pakistán e Irán (que bate todos los récords en Ahwaz, donde se registra un índice de 372 Ug/m³).
De acuerdo con la OMS, más que al éxito de las políticas ambientales implementadas o a la concientización poblacional, el bajo grado de esmog en el aire porteño debe atribuirse a dos beneficiosas razones naturales: la ubicación geográfica de Buenos Aires (sobre la orilla occidental del Río de la Plata, en plena llanura pampeana), por un lado, y las condiciones meteorológicas habituales (clima templado y húmedo, y vientos del sudeste y el sudoeste), por otro. La combinación de ambos factores promueve que la contaminación generada diariamente se disipe con facilidad, sin provocar altas concentraciones.
Como contraejemplo puede citarse el caso de Santiago de Chile, que está enclaustrada en un llano conocido como “Cuenca de Santiago”, rodeada de cordones montañosos, además de sufrir diversos fenómenos climáticos como la inversión térmica, la vaguada costera y la reducción de las masas de aire circulante en invierno.
Fuente: Revista Petroquímica, Petróleo, Gas, Química & Energía