Por Arq. Dante Fiorenza
Recorrido y análisis de una ciudad sostenible.
Durante la maniobra de acercamiento del avión al aeropuerto Tegel, llama fuertemente la atención la morfología del territorio: se vislumbra un paisaje que por un 60 o 70% se halla ocupado por un denso bosque natural. En el caso de otras ciudades europeas esa misma proporción se refiere a tierras cultivadas, las cuales producen CO2, en cambio un bosque captura CO2 y genera oxígeno. Los vientos dominantes del sector oeste se desplazan al sector sur durante el invierno, esto suaviza las temperaturas con un promedio de –3 a + 3° C, que para esta latitud es como para festejar, en verano el calor puede alcanzar los 35° C. El clima seco está mitigado por la humedad contenida en la biomasa de los bosques, y la importancia de estos últimos protege naturalmente a la ciudad de posibles inundaciones, debido a la alta absorción de las aguas pluviales superficiales, o sea que la ciudad se halla naturalmente tutelada de dos de los azotes del cambio climático: sequía e inundación. Se perciben además las hélices en movimiento de las instalaciones eólicas de última generación, y el serpenteo del río Spree.
Berlín es un land o sea una Ciudad Estado de cuatro millones de habitantes, esparcidos en 892 Km2, con una densidad de 3846 habitantes/km2 o sea, relativamente baja.
¿Por qué esta ciudad es una meta turística de vital importancia que en Europa se coloca detrás de Londres y París? No olvidemos la casi total destrucción de esta Ciudad durante la Segunda Guerra Mundial. La respuesta reside en una calidad ambiental sostenida desde hace más de treinta años por una voluntad política que promueve programas de renovación urbana y desarrollo de técnicas de sostenibilidad ambiental que colocan a Berlín a la vanguardia a nivel mundial. Esto unido a una oferta de precios –alojamiento y comidas- inferiores del 30 – 50% respecto a otras ciudades europeas. Esta voluntad renovadora y progresista se expresa claramente en el crecimiento económico de algunos sectores considerados estratégicos: turismo, transportes, medios de comunicación, biología y tecnologías de ingeniería médica, música, espectáculos y ciencias ambientales. Este último sector atrae a arquitectos, estudiantes, urbanistas y técnicos que se ocupan de ambiente y sostenibilidad, provenientes de todo el mundo.
La alta calidad ambiental y urbana de esta pequeña metrópolis se pone de manifiesto en algunos aspectos esenciales: el número y la dimensión de los espacios verdes, comenzando por el central Tiergarten –10 km2-; la limitada altura de los edificios residenciales, reconstruidos después de los bombardeos conservando los volúmenes originales: seis o siete pisos de promedio; la difusión capilar del sistema de transporte público; el ancho de las veredas y la red de pistas ciclables, ¿qué más se puede pedir?.
El sistema ferroviario está formado por 15 líneas aéreas S Bahn –que corren al nivel de un segundo piso, sin cruzarse con nada- y 9 líneas subterráneas U Bahn, este sistema se halla integrado con el ferrocarril nacional: en la modernísima estación ferroviaria Central se pueden intercambiar líneas que se hallan superpuestas en siete niveles diferentes. A todos los vagones se puede acceder con la propia bicicleta, que se transporta utilizando ascensores, esto unido a un sistema de pistas ciclables con semáforos, desalienta el uso del automóvil privado, de hecho, no he visto nunca embotellamientos. La densidad automovilística es una de las más bajas de Europa, a pesar de eso el plan del Gobierno Municipal prevé el reemplazo del 20% del parque automotor con vehículos eléctricos, el programa prevé la instalación de 3 mil columnitas de alimentación para coches eléctricos que serán 200 mil en el 2020. No es todo, se están estudiando otros vehículos -automóviles y furgones- alimentados a hidrógeno, obtenido del agua, la energía eléctrica necesaria para la separación se obtiene eólicamente.
Dos toques de distinción únicos: los autobuses articulados se inclinan lateralmente antes de la apertura de las puertas, para facilitar el acceso o descenso del vehículo; no existen molinetes, rejas, lectores de tarjetas o puertas de ningún tipo para acceder al subte o a los trenes, tampoco he visto nunca inspectores que controlen los boletos, simplemente confían en el ciudadano.
Mi último viaje a Berlín fue en agosto del 2010, el penúltino fue en 1992: estaba en plena efervescencia el plan IBA Internationale Bauausstellung Berlin 1987, ése fue el más grande taller de arquitectura y urbanismo del mundo, que ha modificado radicalmente la estructura y el rostro de la Berlín, reunificada después de la caída del Muro. Ese esfuerzo se concentró en la remodelación urbana de áreas bombardeadas durante el segundo conflicto bélico o degradadas, en parte, debido a la segregación creada por la separación Este-Oeste. Se trató de una gigantesca operación de integración y renovación urbana por partes, con una particular atención a los problemas de la residencia social y a la identidad y calidad ambiental de los tejidos que se han renovado y recalificado. Fue además una vidriera prestigiosa para que se exhibiera el jet set de la arquitectura internacional, los arquitectos de moda en ese momento.
Visitando la ciudad a 18 años de distancia y en especial algunos sectores del IBA es alentador verificar la evolución de la crítica urbana y arquitectónica. En el numero 561 de Casabella –octubre 1989- en una nota que comenta el complejo residencial en Berlín de John Hejduk se lee: “… al centro se erige la torre de catorce pisos que construye una clara señal a escala metropolitana” recorriendo el lugar ahora se ve un pastizal y una zona de abandono junto a la torre, en su inmediato contexto el edificio no ha generado ni siquiera la apertura de un bar…”. Hoy nadie arriesgaría un comentario así, porque se tiene consciencia de los límites naturales que un solo edificio posee en cuanto a la generación de espacios útiles a la urbanidad, aunque haya sido proyectado por un gran arquitecto. Esta evolución cultural perfecciona los instrumentos y las estrategias que se ponen en práctica actualmente. El desafío es la creación de polos de atracción urbana que cumplan una función representativa y simbólica. Como ha sucedido en París con el Centro Pompidou en Les Halles, que se ha transformado en uno de los símbolos de la París contemporánea, no solo por el edificio en sí mismo sino por las actividades que ha generado en su inmediato contexto: la plaza y las calles adyacentes.
Entre las numerosas intervenciones urbanas programadas se destaca la originalidad del programa de creación de nuevas playas urbanas sobre la costa del río Spree, la bondad y eficacia de este tipo de intervenciones se ha podido verificar con la experiencia catalana de las nuevas magnificas playas urbanas de Barcelona.
Se trata de generar ofertas de paisaje, usos urbanos de calidad y atractores. Si la operación ha sido exitosa no debe leerse donde termina el edificio y comienza la ciudad, sino que ambos deben integrarse en una única trama perceptiva y de usos. Los eventos y novedades son varios, entre ellos la plaza cubierta en Potsdammerplatz y el Nuevo Bundestag son los más importantes, se trata de una nueva estructura y de un reciclaje. Potsdammerplatz y el Sony Center son una reedición en clave moderna del espacio público cubierto ochocentesco, se asocia inmediatamente a la Galleria Vittorio Emanuele II de Milán, la analogía con el célebre octágono milanés es muy evidente, pero la escala es otra: la cúpula cubierta por vidrio y lona blanca tiene 100 m X 80 m y está suspendida a la altura de un piso 11°, cubre la plaza ovalada abierta con cuatro puertas urbanas hacia calles peatonales con características diferentes. Los edificios concentran residencia, oficinas, cines, salas de espectáculo, el Museo del Cine y numerosos restaurantes con mesas sobre la plaza misma.
Se trata de un nuevo marketing sostenible, exitoso y pragmático: un holding de empresas posee en la plaza sus sedes y ha financiado la operación. La plaza es sede de conciertos, espectáculos y meetings, verdadero símbolo de la Berlín contemporánea. Es un auténtico salón a escala urbana, meta obligada de turistas y berlineses que la visitan y la recorren sin interrupción. El impacto de la nueva plaza es tal que por momentos parece chica, este efecto está acentuado por la parcial ocupación del espacio de la plaza por parte del edificio de los microcines, y por la fuente y la hendidura que lleva luz al piso enterrado. Ambos objetos aparecen anecdóticos respecto a la persuasión que hubiese tenido el espacio ovalado completamente libre equipado con asientos, mesas y reposeras, éste es el único apunte a una obra acertada y de indudable valor arquitectónico y urbano. Parte del acierto se debe a la accesibilidad a través de la U Bahn y la vinculación de la plaza cubierta con un circuito peatonal y ciclable muy estudiado y eficaz que vincula un sistema de oferta urbana excepcional: recorriendo poco más de un kilómetro –de norte a sur- se aprecian el nuevo Bundestag con los flamantes edificios de oficinas y biblioteca del Parlamento, el parque Tiergarten, la Puerta de Brandeburgo con el Paseo bajo los Tilos –Unter der Linden- y las flamantes embajadas francesa y estadounidense, el discutido Monumento a las víctimas del Holocausto, la Potsdamerplatz y, hacia el sur, el Parque de la Filarmónica de Berlín proyectada por Hanz Scharoun.
El Bundestag o Parlamento Alemán, con sus 149 diputados es ya un modelo de moralidad, si lo comparamos con Italia que posee casi mil. Si nos referimos a la eficacia de la política, es mejor ni hablar. La sede del Reichstag (*) es un poco tétrica en su monumentalidad representativa del poder del Kaiser. La decisión de remodelarlo reemplazando completamente la vieja cúpula por otra transparente y recorrible es una operación de imagen política y de comunicación civil e institucional. La transparencia de la estructura –aman decir diputados y miembros del gobierno- es un símbolo de la transparencia del Bundestag alemán y de su nueva política progresista, participativa y sensible a los valores ambientales. Es notable la integración entre el edificio y la nueva cúpula, parece que siempre hubiese estado allí.
La cúpula proyectada por Norman Forster es recorrible internamente mediante una rampa helicoidal que ofrece una serie espectacular de vistas sobre Berlín, llegados a la cima, una terraza panorámica invita al descanso –cómodas reposeras circulares de madera invitan a ello- antes del descenso por otra rampa gemela para volver al café y a las amplias terrazas. Es tal el éxito de esta promenade arquitectónica que hacen falta dos horas y media de cola para poder acceder: un riguroso control de seguridad permite el uso de un ascensor que conduce a la terraza y de allí a la cúpula, desde la cual se puede ver la sala del Parlamento que se encuentra debajo de la misma.
Un singular sistema de espejos en el centro de la cúpula cumple una función bioclimática calentando el aire de renovación de la sala del Parlamento. El calor en exceso acumulado durante el verano se conduce mediante sondas a 300 metros de profundidad bajo tierra, ese calor se podrá aprovechar generando un intercambio geotérmico para la calefacción invernal. La estructura de la cúpula sorprende por la absoluta simplicidad de los detalles constructivos, las formas son las más simples que se puedan imaginar, esto constituye una útil lección en un momento en el que la configuración compositiva frecuentemente se afirma sobre la calidad espacial o el rigor constructivo. No nos olvidemos que el Parlamento Alemán es el primero que habla de rigor y de lucha al derroche inútil, el edificio es de bajo consumo energético y está dotado de instalaciones de vanguardia de recuperación del calor, paneles solares térmicos y fotovoltaicos e instalaciones de geotermía con bombas de calor. El único apunte es que mientras subía por la rampa, creí que me estaba mareando, en cambio me dí cuenta de que esa sensación se debía a un ligero temblor o vibración de la rampa recorrida por los pasos de los numerosos visitantes. Sinceramente teniendo un vacío vidriado debajo, a los costados y arriba, hubiese sido mejor que la rampa no temblase.
Aquí la reflexión es que un edificio, si es muy exitoso en todo sentido, de alguna manera tiende a desaparecer, trascendido por la calidad de los usos que genera. Me refiero al hecho de que la cola y el elevado número de los visitantes se debe muy probablemente más a las vistas panóramicas de Berlín ofrecidas por el recorrido de la cúpula, que al edificio en sí mismo. Me sorprendió que casi nadie observara el edificio.
¿Qué es más importante? Pienso que Sir Norman Forster sonreiría frente a un dilema como éste, porque para todo buen arquitecto es mucho más importante el impacto positivo y propositivo de la arquitectura por encima de su eventual valor intrínseco objetual.
Frente al Tiergarten se encuentra el Monumento en Memoria del Holocausto, obra de Peter Eisenman del 2005. En un terreno en pleno centro de Berlín de 19.000 m2 se han colocado 2700 monolitos de hormigón de alturas diferentes, un pequeño espacio de exposiciones enterrado completa esta discutida obra. Si bien los monolitos parecen tumbas, una muchedumbre usa el monumento a su agrado: apoyan la merienda en los monolitos usándolos como mesas, otros se recuestan para descansar o tomar sol, otros se apartan en un sitio más tranquilo para leer un libro y los nenes corretean por los corredores ondulados de ripio que separan los monolitos. Es un monumento que hace pensar y emocionar, sugiriendo que de alguna manera la vida y la muerte conviven, considerando los usos que la estructura posee, que resultan de una apropiación espontánea. Además de eso, se trata de un monumento, ¿o un edificio?, ¿es un parque? Poco importa catalogarlo, es un lugar muy concurrido y simbólico –indudable polo de atracción- y es parte inseparable de la ciudad.
En las antípodas de la obra de Peter Eisenman encontramos otro edificio dedicado al Holocausto proyectado por Daniel Libeskind, que es una de las imágenes más emblemáticas de esta ciudad: la ampliación del Museo Judío de Berlín. El viejo edificio dedicado a la historia judeo-alemana se ha renovado cubriendo su patio con un techo de vidrio, creando un amplio restaurante y un café. Para acceder al nuevo edificio -formado por una serie de alas que serpentean- hay que descender al subsuelo a un oscuro atrio hacia un laberinto de angostos corredores, aquí se exacerba el sentido del todo adentro. Además de los recorridos enterrados, el edificio genera otro que sigue el serpentear de los volúmenes. En los cruces entre ambos se generan vacíos, conectados por una escalinata principal. Nos enfrentamos con una experiencia sensorial inédita que conmueve, genera preguntas y estimula la reflexión. La Torre del Holocausto es un paralelepípedo oscuro, no se sube sino que se aprecia desde abajo, su penumbra se interrumpe con una minúscula rajadura de luz en lo alto, para entrar o salir hay que empujar con fuerza una pesadísima puerta de hierro maciza. El Jardín del Exilio es parecido al Monumento de Eisenman, los altos monolitos coronados por plantas se hallan inclinados, lo cual marea y enrarece la percepción, evocando las dificultades y el dolor del exilio. Cuando se recorre este edificio y se llega a observar algunos objetos expuestos: cartas, una valija, un violín, fotos, pertenecientes a algunas de las víctimas, no se tiene la misma percepción que se hubiese tenido en un típico museo moderno inundado de luz y rodeado por gigantescas paredes de vidrio. En este sentido, la original relación entre la arquitectura y el contenido expositivo funda nuevos criterios y relaciones.
El edificio ha sido completamente revestido con chapas de zinc, esto evoca la precariedad de los galpones de los campos de concentración. Las limitadas aberturas desde el exterior parecen cortes efectuados en el revestimiento de chapas, como si fuesen heridas. Desde el interior las minúsculas fajas de luz no alteran el fuerte sentido de introversión
(*) El incendio intencional del Reichstag por parte de la facción de Hitler –se atribuyó la culpa del incendio a los comunistas- generó una reacción represiva con los primeros arrestos de masa y la apertura de los primeros campos de detención que dieron inicio al nazismo.
*Dante Fiorenza. Arquitecto. Se diploma en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de La Plata en 1980. Se traslada a Italia en 1982. Colabora con l’Assessorato all’Urbanistica del Comune di Venezia. Se ocupa de la restauración y la recuperación patrimonial de edificios pertenecientes al territorio lagunar. Se traslada a Milán donde durante cuatro años colabora con el estudio de arquitectura de Vittoriano Viganó, ocupándose del proyecto de la nueva Facultad de Arquitectura de Milán y del proyecto de Renovación y Valorización del Parque Sempione de Milán, entre otros. Obtiene un segundo título de arquitecto en el Politécnico de Milán. Es corresponsal en Italia de la revista de arquitectura Ambiente de la Fundación CEPA. Ha obtenido varios premios en concursos de arquitectura: Piazza Cornaggia en Mozzate, Como, 1990 (Primer premio); Area Claustro San Martino, Como, (Segundo Premio) y Nuovo Parco Pubblico, Vimercate, Milán, 2000 (Segundo Premio). Proyecta intervenciones de edificación residencial en Fara Gera D’Adda, Bergamo, reciclando edificios de origen rural. En 1995 proyecta la nuova Sede della Shell Italia en Milán, junto al ingeniero Paolo Viola. Es socio fundador de Ambiente SRL Costruzioni Sostenibili, nueva empresa que proyecta y construye edificios de alta calidad ambiental, promoviendo una visión holística que comprenda las renovadas necesidades del ambiente global, urbanismo y arquitectura.
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