Un tercio de la energía producida en nuestro país es consumida en edificios, la mitad para calefacción y refrigeración. Pero se considera que un 30% de energía se filtra por los techos cuando éstos no se encuentran bien aislados térmicamente.
Se infiere que aproximadamente un tercio de la energía producida en nuestro país es consumida en y para el desenvolvimiento de los edificios. De esta cantidad, casi la mitad se utiliza para satisfacer la demanda de calefacción y de refrigeración. Del resto, se considera que un 30% de energía -como mínimo- se pierde por los techos, cuando éstos no se encuentran aislados térmicamente en forma adecuada, permitiendo grandes fugas de calor en condiciones invernales o calentamiento excesivo en épocas estivales.
Se trate de un techo plano, por ejemplo, utilizado en edificios en altura o el de una vivienda individual con cubierta tradicional de tejas o de chapa metálica, si en ambos casos se contemplara la utilización de un material aislante térmico de solamente dos centímetros de espesor, posibilitaría reducir las pérdidas de energía por transmisión de calor en casi un 50%. Si el espesor de la aislación térmica que se emplea es de 5 centímetros, la reducción de la pérdida de calor por el techo puede llegar al 70%. En el caso de las paredes, también es importante que posean una adecuada aislación térmica, para reducir los intercambios de calor a través de las mismas, con el objeto de lograr una situación de confort con menor gasto de energía.
Equipo de ensayo para determinación de transmitancia térmica de cerramientos verticales
El tema de pérdida de calor por las ventanas y principalmente de los elementos vidriados en un edificio, se debe tomar muy en cuenta durante las noches invernales, en que se presentan grandes diferencias de temperatura entre el ambiente interior y el aire exterior. En estas situaciones, el simple hecho de cerrar las persianas, reduce tales pérdidas en más del 60% en el área que ocupan dichas ventanas. Cuanto mayores dimensiones posean las aberturas, más incidencia tendrá este ahorro de energía sobre el total del edificio.
Otro aspecto a considerar acerca de las ventanas y de las aberturas en general, es el tipo y la calidad de los materiales que se utilizan para su fabricación. Cuando se emplean cerramientos de baja calidad, con problemas de diseño, se originan excesivas infiltraciones de aire a través de los mismos. Las infiltraciones son flujos descontrolados del aire exterior que ingresan al edificio por hendijas u otras aberturas no intencionales, como así también mediante el normal uso de apertura y cierre de la puerta de entrada.
Las pérdidas de calor causadas por infiltraciones pueden representar hasta un 30 % de las totales de un edificio. Se pueden reducir notoriamente, colocando elementos que impidan el paso del aire indeseado, como burletes u otros materiales de comportamiento similar.
En una vivienda las ganancias de calor internas contribuyen en alguna medida a incrementar la temperatura interior y esta se pone de manifiesto por el solo hecho de estar habitado. Si ésta se comportara como una caja estanca y con aislación térmica infinita, todo el calor generado serviría para incrementar la temperatura interior, generando una situación de disconfort térmico. Pero si no fuese estanca (infiltraciones de aire) y la envolvente tuviese un valor bajo de aislación térmica, la vivienda se encontraría sujeta fuertemente a las variaciones de amplitud térmica exteriores, generando también una situación de disconfort. Normalmente la primera situación es un caso hipotético es decir no real, debido a que no existen materiales con aislación térmica infinita ni construcciones edilicias totalmente estancas.
¿Qué se puede hacer entonces? Tendremos que hacer uso de un sistema de refrigeración o calefacción, según sea el caso, para permanecer en una condición de vivienda habitable, pero esta situación nos está indicando que debemos utilizar un mayor consumo de energía. Mundialmente, el uso de la energía en las actividades humanas relacionadas con las viviendas y edificios incluye el empleo de aparatos eléctricos y de iluminación que constituye aproximadamente el 34% del consumo total de energía (Price 1998).
Es de hacer notar que el consumo de energía de los edificios contribuye entre un 25 a 30% relacionadas a las emisiones de CO2, que representa entre el 19 al 22% de todas las emisiones y el 10 al 12% de nuestra contribución al cambio de clima por el calor retenido en la atmósfera (Wiel 1998). Debemos considerar que la tasa de crecimiento de los edificios es positiva, lo que determina que por año mundialmente esté aumentando en 0,8% (Price 1998). Este pronóstico de crecimiento debe ser tomado en cuenta para el uso racional de la energía.
¿Cómo mejorar esta situación?
Si construimos viviendas con paredes muy gruesas podemos conseguir dos cosas: Aumentar la resistencia térmica, debido a que la misma es directamente proporcional al espesor e inversamente proporcional a su conductividad térmica aparente, que es una propiedad intrínseca de los materiales que la componen. O, contar con una inercia térmica considerable, es decir, ceder durante la noche el calor absorbido durante el día (condición de invierno) o utilizar el enfriamiento nocturno para atenuar el calor diurno (condición de verano). Comúnmente se conoce como achatamiento estacional, es decir conseguir una onda térmica plana.
Si construimos viviendas con menor espesor se debe aumentar fuertemente la aislación térmica de su envolvente. De esta manera, habremos ganado más espacio habitable, respecto de la situación anterior.
Para hacer un análisis energético, debemos considerar el flujo de calor que atraviesa la envolvente (paredes, pisos y techo). La ecuación que las define para un estado de régimen permanente es:
Q = K * A * (Tex – Tint). Donde Q es el flujo de calor que atraviesa la superficie de la envolvente [W].
K Transmitancia térmica (coeficiente que se puede determinar por tablas o medir en el laboratorio) [W/ m2 . K]. A Área que es atravesada por el flujo de calor [m2]. Tex Temperatura exterior en grados Celsius.
Tint Temperatura interior en grados Celsius.
La norma IRAM 11.605 (Acondicionamiento térmico de edificios – Condiciones de habitabilidad en edificios. Valores máximos de Transmitancia térmica en cerramientos opacos) establece valores máximos de K para cada zona bioambiental del país, es decir considerando las temperaturas extremas que se desarrollan en el lugar. Por otra parte también se puede utilizar la Norma IRAM 11604 (Acondicionamiento térmico de edificios. Ahorro de energía en calefacción. – Coeficiente volumétrico G de perdidas de calor. – Cálculo y valores limites), establece los valores máximos de G en función de los grados día y del volumen total de la vivienda o edificio.
Con el apoyo de estas normas y las enunciadas en el cuadro que se adjunta, contempladas en la Ley 13059 de cumplimiento obligatorio en todo el ámbito de la Provincia de Buenos Aires (construcciones nuevas y remodelaciones de más del 50% de la superficie; para todo edificio de uso público o privado) se puede realizar la certificación energética de edificios.
Más información:
consultas@inti.gov.ar