Una firma eléctrica norteamericana y una petrolera nipona unirán esfuerzos para llevar a cabo un ambicioso proyecto en Texas. Aprovecharán el dióxido de carbono que genera una planta de carbón, lo transportarán a través de un ducto de 130 kilómetros y lo inyectarán en un yacimiento de crudo para elevar su producción.
La compañía eléctrica estadounidense NRG Energy y la petrolera japonesa JX Nippon Oil & Gas serán responsables de una iniciativa sin antecedentes en la industria energética global. Implementarán, en sociedad, un innovador plan de captura y aprovechamiento de dióxido de carbono (CO2) para reactivar la obtención de crudo en un campo tejano de alta madurez.
Con ese fin, utilizarán buena parte del gas de efecto invernadero que emite una de las plantas a carbón que NRG controla en las afueras de Houston, Texas. A través de un ducto de cerca de 130 kilómetros de extensión, transportarán dicho CO2 hasta el yacimiento petrolífero de West Ranch, donde será inyectado para incentivar su recuperación productiva.
Denominado “Petra Nova”, el proyecto cuenta con el respaldo del Departamento de Energía de Estados Unidos (DOE, por sus siglas en inglés), que apunta tanto a reducir la contaminación del consumo energético del carbón como a promover la reactivación hidrocarburífera en todo el país, por lo que aportará u$s 167 millones para facilitar su puesta en marcha.
El emprendimiento, tasado en u$s 1.000 millones, arrancará oficialmente a fines de 2016. NRG y JX recibirán una parte del crudo adicional que se extraiga gracias al CO2 inyectado.
A decir de David Crane, presidente ejecutivo de la firma, las usinas de generación eléctrica por vías carboníferas emiten habitualmente ese pernicioso gas a la atmósfera, mientras que las plataformas de perforación petrolera suelen obtenerlo de cavernas subterráneas o plantas industriales. “De esta manera, solucionamos dos problemas al mismo tiempo. Por supuesto que se trata de una iniciativa sumamente costosa, pero esperamos que se torne viable con el tiempo. Y también confiamos en repetir esta metodología en otras locaciones”, aseguró.
Según sus estimaciones, la inyección de CO2 en West Ranch podría producir unos 15.000 barriles de crudo por día, frente a los 500 barriles que se extraen actualmente. Vale destacar que NRG y JX se repartirán la mitad de esa producción extra.
Medidas restrictivas
El plan “Petra Nova” es consecuente con las últimas medidas restrictivas adoptadas por la Agencia de Protección Ambiental (EPA) norteamericana en torno a los niveles de emisión de CO2 durante la generación energética. De hecho, sobre la base de los nuevos y más rigurosos parámetros varias plantas eléctricas a carbón deberán reformular sus operaciones o directamente cerrar.
En verdad, la captación y el posterior uso de este gas para la recuperación mejorada de petróleo en reservorios subterráneos no es una novedad en Estados Unidos, en general, ni en Texas, en particular. Desde hace varias décadas, la industria norteamericana recurre a esta técnica para empujar el crudo residual de pozos maduros hasta la superficie. Lo que ocurre es que ninguna propuesta instrumentada hasta ahora resulta tan ambiciosa, en materia de costos e infraestructura, como la prevista por NRG y JX.
En la actualidad, hay cerca de 100 campos tratados de esta manera en el país gobernado por Barack Obama, que suman una producción adicional de más de 280.000 barriles diarios. Según cálculos del Laboratorio Nacional de Tecnología Energética del DOE, el aprovechamiento del CO2 podría incrementar la extracción de crudo en 360.000 barriles por día para 2020 y en 580.000 para 2030.
Con su oficina financiera en Nueva Jersey y su base operativa en Texas, NRG Energy provee de electricidad a más de 2 millones de usuarios en Arizona y el noreste estadounidense. Dedicada principalmente al negocio de la generación y distribución de energía, la empresa cuenta con unos 10.000 empleados.
JX Nippon Oil & Gas, por su parte, es una compañía de exploración y producción de hidrocarburos perteneciente al JX Group. Si bien tiene su sede central en Japón, también maneja proyectos de relevancia en el sudeste asiático, Oceanía, el Mar del Norte, Medio Oriente y el Golfo de México.
Atenuar daños
A pesar del célebre compromiso asumido en 1997 con la firma del Protocolo de Kyoto –al que Estados Unidos, el país que más contamina, no suscribió–, casi todos los estados industrializados han elevado sus emisiones de gases que provocan el efecto invernadero en las últimas dos décadas.
De acuerdo con la Organi-zación de las Naciones Unidas (ONU), si en el presente se llevaran a cabo algunas iniciativas para luchar contra el calentamiento global, el costo de ese fenómeno para la economía mundial en el mediano plazo sería equivalente a un 0,2% del Producto Bruto Interno (PBI) planetario. Por el contrario, si se resolviese no adoptar ninguna medida y seguir como si nada, ese porcentaje podría trepar hasta un 3%.
Las previsiones de la ONU se basan en un informe del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) –organismo creado en 1988 por iniciativa de la Organización Meteorológica Mundial y del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA)–, que señala que hacia 2050 habrá millones de refugiados en todo el mundo como consecuencia de las múltiples sequías e inundaciones previstas.
Según el estudio, basado en una serie de investigaciones científicas realizadas a lo largo y ancho del planeta, el calentamiento climático a nivel global ya es prácticamente irreversible debido al elevado nivel de emisiones de gases generado por la acción del hombre desde los comienzos de la era industrial. No obstante, el trabajo plantea que la humanidad tiene la obligación de atenuar los daños de cara al futuro.
Fuente: revistapetroquimica.com/